Penélope esperó durante años el regreso de Odiseo, rey de Ítaca. Veinte largos años transcurridos sin noticias de su marido que seguía sin volver de la Guerra de Troya, pero al que continuaba esperando. Pretendida por otros hombres, y para despistarlos, prometió aceptar otro esposo en cuanto terminara el sudario de Laertes que estaba tejiendo. Pero como su deseo más profundo y verdadero era seguir esperando a que Odiseo volviera, deshacía cada noche lo que había tejido durante el día.

Así, esta mujer creada por Homero en uno de sus épicos poemas, dio nombre al Complejo de Penélope, una conducta evasiva y defensiva cargada de idealización, en la que las personas tienden a dilatar, posponer, evitar y eludir la toma de decisiones o pasar a la acción, aferradas a una construcción ilusoria que perpetúa la espera.

Podríamos decir que Penélope fue la primera gran procrastinadora de la mitología. Y pensar en ella y en el mito Homérico para explorar los mecanismos que llevan a las personas a procrastinar puede ser muy revelador.

Las personas con tendencia a procrastinar suelen postergar o posponer las tareas hasta el último minuto, y cuando parece que ya no será posible ejecutarlas o completarlas con éxito consiguen activarse en modo turbo y sacarlas adelante en tiempo récord ¿Es siempre negativa la procrastinación? ¿Hay personas más propensas a este tipo de conductas? ¿Cuáles son los motivos que llevan a una postergación constante y muchas veces patológica de las tareas? ¿Es algo que haya que tratar, corregir o simplemente aceptar como uno entre tantos rasgos de la personalidad?

La procrastinación puede ser negativa, claro está. Siempre que nos genere ansiedad, acreciente el estrés, derive de un perfeccionismo extremo o tenga su origen en el miedo o la depresión. Pero hay personas que conviven perfecta y funcionalmente con su conducta procrastinadora y esto no les trae ningún problema con ellos mismos ni con su entorno, ni les impide el cumplimiento de sus obligaciones, responsabilidades ni imposibilita la toma de decisiones. La procrastinación puede ser muy perjudicial cuando se transforma en un refugio ilusorio que más que evitar una tarea en particular lo que nos impide es enfrentar la realidad. La procrastinación es un problema cuando se origina en el miedo, en creencias irracionales, en un perfeccionismo paralizante, cuando produce estrés y ansiedad, cuando es una trampa que acrecienta las inseguridades y estropea la imagen de uno mismo y cuando la usamos como castigo, generador de profecías autocumplidas y catastróficas o cuando nos genera rabia, impaciencia, tristeza y merma nuestra autoestima. Es importante descubrir si estamos procrastinando, o vemos esa conducta en personas de nuestro entorno, y descifrar los orígenes y las consecuencias para decidir si hace falta modificarla o no.

Hay incluso autores y teorías que asocian la procrastinación con las altas capacidades y explican cómo es prácticamente imposible que una persona con un cerebro complejo y sobreactivado funcione de una manera perfectamente organizada, metódica, estructurada y obediente. Incluso en el artículo No es pereza, es que soy más inteligente que la media, se cita una frase muy interesante de Bill Gates que concluye que justamente a un procrastinador es a la persona más deseable que él querría contratar: “Siempre voy a elegir a una persona perezosa para hacer un trabajo difícil porque él encontrará una manera fácil de hacerlo”.

Maria Rydkvist dedica en su blog Mom to Gifted un artículo a la procrastinación en el que expone cómo es indisoluble de las altas capacidades y la acepta como un rasgo absolutamente necesario y diferenciador de las personas con mentes complejas planteando que las connotaciones negativas asociadas no son más que otro de los tantísimos mitos que hacen falta desmontar en torno a la superdotación. Entre otras razones y peculiaridades ella expone que dos elementos distintivos y maravillosos de la personalidad de las personas con altas capacidades son la espontaneidad y la curiosidad; y que las tareas rutinarias, obligatorias, estructuradas, repetitivas y metódicas las aniquilan; generando un sinfín de consecuencias negativas en cascada que toda la energía, las conductas y el instinto de las mentes complejas intentará evitar con gran determinación. Por otro lado, nos habla de la pirámide de Maslow invertida y la manera en que un superdotado prioriza las tareas según cuán estimulantes le resulten a su cerebro. La pirámide de Maslow grafica las necesidades humanas en niveles que supuestamente tienen una relación directa con la motivación. Tenemos necesidades básicas, necesidades de seguridad, sociales, de estima y de autorrealización. Pues bien, mientras la mayor parte de la humanidad tiene su motivación graduada en relación directa con la satisfacción de estas necesidades de manera instintiva; en las personas con altas capacidades la autorrealización estaría en la base de la pirámide; la necesidad de ser, de conocerse y de realizarse. La estima, la confianza, la libertad, el amor, el respeto y la independencia están en segundo lugar.  Y luego las necesidades sociales, de seguridad y las básicas, que pueden quedar totalmente relegadas. La necesidad de autorrealización se antepone; se impone en las personas superdotadas a todo lo demás. Maria Rydkvist concluye que la procrastinación es un estado natural y distintivo de las personas con altas capacidades que debe respetarse y aceptar como una conducta adaptativa y hasta como un mecanismo de supervivencia para sus complejas mentes intensas, espontaneas, curiosas y arborescentes.

Gail Post, por su parte, enumera diez razones por las que los niños con altas capacidades tienden a procrastinar y es realmente revelador e importante ser conscientes y cambiar el enfoque para poder aceptar, orientar o apoyar según el caso, y nunca etiquetar, juzgar, criticar ni castigar, forzar u obligarles a ser de una manera que creemos más productiva, funcional o aceptable, cuando no estamos en sus cuerpos, no estamos en sus almas, no estamos en sus mentes y no podemos transformarlos en algo que no son ni adaptarlos a un patrón que no es el suyo y en el que nunca podrán desarrollar su personalidad, su autoestima y su potencial.

Aquí el documento completo de Gail Post, compartido por Soy Superdotado – Tu Refugio, en el que expone los motivos principales para la procrastinación: distracción, desorganización, apatía, éxito, rebelión, perfeccionismo, autosabotaje, inseguridad, vergüenza y depresión. Recomienda descubrir cuáles de entre estas causas son las principales para poder decidir el enfoque o la mejor manera en la que abordar el tema y acompañar.

Penélope no sabía si Odiseo había muerto, ni si iba a volver. Pero sí tenía muy claro que no quería dejar de esperarlo. Y su instinto le llevaba a deshacer el tejido diario cada noche. Las metáforas, como los sueños, no son peligrosas ni inspiracionales en si mismas; eso depende de cómo y para qué las utilicemos. Así que no siempre esperar, postergar o dejar para el último minuto es una señal de alarma. No siempre la procrastinación es perjudicial o disfuncional. A veces puede ser un indicador, una conducta, una característica de la personalidad, un mecanismo de supervivencia, una especie de antídoto contra la rutina para mentes extremadamente complejas, sensibles, curiosas, espontaneas, creativas, arborescentes y libres.