Dependiendo de la sensibilidad y del estado de ánimo de las personas existen infinidad de situaciones que pueden despertar emociones. Un objeto, un lugar, un olor, una melodía, pueden desvelar un recuerdo, abrir una rendija en nuestra memoria y dejar salir un sentimiento que parecía dormido o ausente. Habrá siempre un puñado de ellos de carácter muy personal, que solo tendrán un sentido para nosotros mismos, para nuestra familia o para nuestro entorno más cercano; otros tocarán la sensibilidad de muchos, consiguiendo conectar con nuestro emocionario común, complejo y humano. Una pieza musical, una interpretación teatral, el desenlace de una novela, una obra pictórica, una escena fílmica, pueden hacernos sentir miedo, tristeza, euforia, deseo, ira.

La Realidad Virtual se está transformando en una herramienta muy potente de la que empresas, marcas, medios y profesionales de los ámbitos más diversos se están valiendo para vender, promocionar, dar a conocer, enseñar y comunicar a través de la experiencia. Estar ahí, ser parte, trasladarnos a un lugar, a una situación, poder ver en todas direcciones lo que está ocurriendo, oírlo, vivenciarlo, son algunas de las ventajas de este medio que está estimulando nuestro cerebro y capturando nuestros sentidos para hacernos experimentar un entorno natural, un destino cultural o turístico, un deporte de riesgo, un videojuego, un espacio imposible, un evento musical o deportivo, una clase de ciencias o una noticia de último momento, de una manera tan vívida y real como nunca antes habíamos conocido.

La capacidad y el enorme potencial que tiene la Realidad Virtual para situarnos y sentir podrían transformarla en una increíble máquina de generar empatía. El vídeo 360 podría ir un paso más allá que el resto de medios que han llegado a despertar nuestras emociones y conseguir desanestesiarnos y abrir nuestras conciencias ante una masa de hechos o noticias que ya estamos tan acostumbrados a consumir que no conectan con nuestro interior, se transforman en meras imágenes, por más dramáticas o conmovedoras que sean, de las que no nos sentimos parte y en las que, la mayoría de las veces, no tomamos acción.

La Realidad Virtual nos permite estar ahí, dentro, con esas personas, en ese lugar. Se transforma en presente, se transforma en nuestra vida aquí y ahora. No importa quiénes somos o dónde estamos, nos sitúa e inevitablemente nos despierta. Esta increíble faceta es la que nos ha develado el proyecto Clouds over Sidra, creado por la ONU y que nos adentra en la vida de una niña siria de 12 años en un campo de refugiados en Jordania. Ningún otro medio escrito, gráfico o fílmico podría hacernos sentir la crisis de los refugiados sirios como lo ha conseguido este vídeo 360. ¿Cuánta más acción podríamos tomar si pudiéramos sentir lo que otros sienten, vivir lo que otros viven? ¿Cuántas vidas podrían cambiar si muchas más personas tomaran conciencia?

Clouds over Sidra