Un 10 de abril de 1992 se inauguraba en Buenos Aires la Biblioteca Nacional de Clorindo Testa, 30 años después de que ganara el concurso para llevar a cabo la ejecución del proyecto. Hay edificios que pueden darse el lujo de empezar a vivir fuera de su época, y pareciera que la biblioteca es uno de ellos. Aunque los años 90 no tuvieran nada que ver con la teoría y la expresión arquitectónica del edificio, pensado en los 60, está claro que esta obra singular estaba gestada para transformarse en un emblema más allá de su tiempo.
Ubicada en el barrio de Recoleta, en un emplazamiento privilegiado entre las Avenidas Las Heras y Libertador, en pleno centro porteño, la Biblioteca Nacional se posa elevada sobre cuatro columnas de 6 metros por 6 metros que alojan circulaciones verticales y servicios. El proyecto debía respetar los espacios verdes sobre los que se implantaba, prever futuras ampliaciones, y priorizar qué parte del programa funcional aprovecharía las vistas de la ciudad, los espacios verdes y el Río de la Plata. De esta manera se decidió colocar los depósitos de libros debajo del cero, liberar la planta baja para que existiera una continuidad visual y de uso del suelo y el verde, y elevar el resto de funciones, dotando a las salas de lectura de las mejores condiciones visuales y espaciales.
En este sentido, la planta baja genera una explanada que acoge el acceso y queda liberada para usos públicos educativos, recreativos y culturales, a la vez que regala una quinta fachada, inexistente en la mayoría de edificios, y que no es en este caso la de la cubierta, sino la que vemos cuando, antes de acceder y debajo del volumen macizo rectangular de las salas, nos deleitamos mirando hacia arriba.
Coincidiendo con la época brutalista de Testa, el edificio se muestra crudo y monumental. Muy influido por la teoría y obra del Movimiento Moderno, principalmente por la fuerza expresiva y pureza formal de Le Corbusier, la biblioteca se muestra sin velos ni matices como una escultura de hormigón visto que emerge en el corazón de la ciudad.
Mañana, 11 de abril de 2015, se cumplen 2 años de la muerte del arquitecto y artista Clorindo Testa. Tuvimos la suerte de que dejara la carrera de Ingeniería Naval e ingresara a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, y así pudiera dejarnos el legado y la huella perenne de su obra.