En la tarde de hoy, 15 de mayo de 2015, se celebrará la ceremonia de entrega del Premio Pritzker en el New World Center de Miami. Será la primera vez que el ganador no pueda asistir al tratarse del recientemente fallecido arquitecto alemán Frei Otto.

Su arquitectura y su manera de abordar la búsqueda de soluciones formales, espaciales y estructurales han inspirado a los grandes arquitectos de nuestro tiempo y no han dejado de ser un referente respetado y valorado por sus contemporáneos y las generaciones posteriores. Su obra logra conjugar con maestría sostenibilidad e innovación, términos a los que estamos muy acostumbrados en estos días, pero que Frei Otto dominaba ya a principios de los años 70. Su arquitectura es de una gran originalidad, tanto en elección de materiales, diseño estructural y espacialidad; se basa en la economía de recursos, la experimentación, la observación de la naturaleza y un gran dominio de la técnica, ofreciendo resultados de una potente capacidad expresiva.

Frei Otto ha sido el pionero de la arquitectura textil, de las grandes estructuras livianas y tensadas y de los espacios desmontables. Piloto de guerra y prisionero del ejército francés durante la Segunda Guerra, esta experiencia marcaría su vida y su manera de pensar y hacer. Apenas comenzada la carrera de arquitectura debió interrumpirla para servir al Tercer Reich. Durante dos años fue el arquitecto del campo de prisioneros de Chartres. Allí aprendió a resolver grandes problemas con los mínimos recursos, y comenzó a experimentar con las estructuras livianas en el diseño y construcción de refugios. Una vez finalizada la guerra tuvo la oportunidad de concluir sus estudios en Estados Unidos, en la Universidad de Virginia, y exponerse a la obra y pensamiento de los grandes arquitectos de la época: Frank Lloyd Wright, Eero Saarinen, Richard Neutra y Mies Van Der Rohe. De cada uno de ellos aprendió algo que definiría su obra y su carrera: a observar la naturaleza, a explorar la belleza de las estructuras, a desarrollar una arquitectura pensada para todos y no al servicio del totalitarismo, a conseguir más con menos.

Sus obras expresan la monumentalidad que puede tener lo efímero, lo liviano, lo etéreo, oponiéndose a la contundente arquitectura propagandística, grandilocuente y fascista del régimen al que estuvo sometido. Sus diseños exhalan una levedad casi imposible, como una manera de afirmar que la realidad puede transformarse y que con los mínimos recursos, una gran rigurosidad técnica y una observación minuciosa de las estructuras presentes en la naturaleza, se puede dar solución a grandes cuestiones.

Entre sus obras más destacadas, el hito fundamental de su carrera, sin duda, es la cubierta del Parque Olímpico de Múnich para los juegos de 1972. También destacan el Aviario del Zoo de Hellabrunn en Múnich, la cubierta del espacio polifuncional Multihalle de Mannheim, el conjunto de baldaquinos desmontables para la gira de 1977 de Pink Floyd por los Estados Unidos, las instalaciones para el Club Diplomático de Riyadh en Arabia Saudita y el pabellón de Japón para la Expo Hannover 2000.

Cubierta Parque Olímpico – Múnich (1972)

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Cubierta espacio polifuncional Multihalle – Mannheim (1975)

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Baldaquinos desmontables Pink Floyd – Estados Unidos (1977)

pinkfloyd

Aviario Zoo Hellabrunn – Múnich (1979)

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Club Diplomático – Riyadh (1980)

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Pabellón de Japón – Hannover (2000)

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