25 de noviembre
Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
Sé que no es correcto usar mayúsculas si no es ante un nombre propio o comenzando la oración, pero me tomo el atrevimiento y me auto eximo de pedir permiso a la RAE.
Si lo permiten en el caso de ciertas celebraciones religiosas o civiles, creo que en este día Eliminación, Violencia y Mujer merecen ser tratadas con toda la seriedad posible, sobre todo pensando en aquellas personas perezosas queintentarán mirar para otro lado o se plantearán la posibilidad de leer entre líneas. Espero que no puedan eludir enfrentarse a esas tres palabras.
Eliminar la violencia contra la mujer no es algo fácil, casi como todo lo necesario. Casi como todo lo que muchas veces intentamos negar, ocultar o barrer debajo de la alfombra. Casi como todo lo que minimizamos. Casi como todo lo que hacemos por inercia, aunque esté mal. Casi como todo lo que quisiéramos ignorar creyendo en soluciones mágicas. Porque cambiar requiere primero tomar conciencia, y tomar conciencia muchas veces duele, y somos animales de costumbres y tenemos una enorme capacidad para hacer siempre lo mismo, aunque ese hacer siempre lo mismo sea destructivo.
Para eliminar la violencia contra la mujer, primero hay que verla. Pero la violencia contra la mujer no siempre es visible y explícita. Para que exista una mujer violada, golpeada o asesinada, primero tuvo que existir una mujer agredida verbal y psicológicamente, una mujer amenazada, insultada, desvalorizada, humillada, manipulada, ignorada, despreciada, chantajeada, culpabilizada. Una mujer controlada, anulada, una mujer invisible, sutilmente disminuida. Y toda una sociedad, y todo un entorno, y toda una familia tan acostumbrada, tan ciega y tan adoctrinada en todas las vertientes del machismo, habituada a aquellas pequeñas ramificaciones que parecen inofensivas, disfrazadas con humor, sostenidas con naturalidad por los medios de comunicación, escurriéndose silenciosas en el propio lenguaje que utilizamos a diario, en pequeños actos cotidianos que parecen sin importancia.
Ayer nos subimos al escenario contra la violencia de género con nuestro espectáculo “Si yo pudiera…”. Si yo pudiera cumplir mis sueños, olvidar mis roles, las expectativas ajenas, las presiones sociales, mis propios obstáculos.
Si yo pudiera, no tendríamos que elegir un día en el calendario para la concientización, porque no existiría la violencia contra la mujer. No haría falta.
Pero mientras eso no sea verdad hay mucho trabajo por delante, hoy y todos lo días, para generar conciencia.
Ese fue nuestro pequeño aporte, porque para conseguir la igualdad hay que ver. Hay que hacer que importe. Hay que hacer que otros vean, para que nos importe a todos y podamos hacerlo realidad.