Hay momentos en que arquitectura y cine se funden y los lenguajes arquitectónico y cinematográfico se nutren mutuamente y generan resultados asombrosos. Heredero de la literatura y el teatro, el arte del cine necesita de escenarios, espacios simbólicos que complementan el desarrollo de los acontecimientos y muchas veces se convierten en verdaderos protagonistas de la acción. Empapados de una carga estética y expresiva tan fuerte como el propio guion o el rol de los personajes, estos contenedores arquitectónicos: habitaciones, corredores, edificios, urbes, se encargan no solo de enmarcar los hechos sino de generar clima, transmitir tensión, expresar una ideología o trasladarnos a un mundo onírico, virtual y atemporal.

Mon oncle, Jacques Tati (1958)

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La primera película de Jacques Tati en color narra con gran originalidad, ironía y una estética casi heredada del cine mudo la llegada, instauración y consecuencias del espacio moderno, y la ideología que trae aparejada, en la vida de las personas. La casa, ejemplo caricaturizado de la vivienda moderna, la oficina, la fábrica, funcionan como máquinas en que todo resto de humanidad queda ridículamente despreciado, en claro contraste con la vivienda antigua tradicional, la lógica mundana del mercado del pueblo, el comportamiento de los perros, los niños y principalmente de la protagónica y emblemática figura del tío, M. Houlot, representada por el propio Tati.

The Shining, Stanley Kubrick (1980)

Shining

Jack Nicholson y Stanley Kubrick consiguen en este clásico del suspenso instaurar un lenguaje arquitectónico cuya estética se quedará fijada en nuestra memoria como la tipología del terror. El hilo de la historia, la elección de los puntos de fuga, la transformación paulatina del personaje, el movimiento de las cámaras, el transcurrir del tiempo y la construcción del espacio conforman un todo indisoluble en el que la arquitectura logra a través del color, la textura, la luz, la escala y la simetría erigir una verdadera pesadilla psicológica.

Cube, Vincenzo Natale (1997)

cube

El punto atractivo de esta película es que transcurre íntegramente en una prisión cúbica formada a su vez por una cantidad indefinida de cubos de los que un grupo de personas deberá salir valiéndose de sus capacidades individuales y conjuntas: un matemático, un policía, un arquitecto, un médico, un prófugo y un autista. El número 6 se convierte en el módulo, 6 lados en cada habitáculo, 6 personas, 6 colores posibles, datos númericos que esconden una lógica en cada una de las 6 posibles salidas ubicadas en el centro de cada cara. La estructura del cubo dentro del cubo y un enigma que no siempre respetará las leyes de la física, las matemáticas o el sentido común, ilustran cómo el cine puede fusionar ficción y realidad, en un juego donde la arquitectura puede trazar el tablero, dictar las reglas y a la vez inventar sus propias trampas.

El hombre de al lado, Cohn+Duprat (2009)

curutchet

La Casa Curutchet, única obra construida por Le Corbusier en América Latina, es el escenario principal de esta narración, que comienza con un pequeño incidente entre vecinos por la apertura ilegal de un vano en la medianera. Este pequeño detalle estará cargado de símbolos y permitirá desentrañar los conflictos más profundos que se tejen dentro del individuo, la familia y la sociedad. Lo que a primera vista parece muy obvio, y aquí es donde la arquitectura juega un rol interesante en la construcción del personaje, es que la familia que vive en la casa es la que representa los valores más respetables: una pareja de profesionales exitosos, cultos, ordenados y de mentalidad abierta que choca en fuerte contraste con el grotesco, descarado y esperpéntico vecino. A medida que avanza la historia, la casa, que se erigía como el contenedor y representante perfecto de la familia, empieza a aparecer como un mero decorado en el que la abertura del vano puede llegar a causar en igual medida y de forma metafórica el derrumbe y la salvación.

Inception, Christopher Nolan (2010)

inception

La existencia de una nueva tecnología que permite a varias personas introducirse en el mismo sueño, hace posible que el eje del guion se desarrolle en torno a un encargo muy ambicioso: implantar una idea en la mente de un poderoso empresario. Para eso hace falta un arquitecto que construya con su mente y en tiempo real los escenarios donde ocurrirán los hechos. El área de la mente donde reina lo onírico y se expresa lo inconsciente permite crear una arquitectura real y a la vez imposible, una ciudad entera que se pliega amenazante sobre nuestra cabeza y tiene el poder de penetrar en nuestros miedos más profundos creando un doble juego en que la arquitectura puede ser una metáfora del subconsciente, y a la vez el subconsciente puede construirse a través de la arquitectura.