¿Qué es una adicción? ¿qué imagen se nos viene a la cabeza cuando pensamos en la palabra adicción? ¿por qué es importante pensar y hablar y hacernos preguntas sobre las adicciones? ¿en qué medida afectan o pueden afectar más a las personas con altas capacidades?
Según la etimología, un adicto era una persona que por sentencia era adjudicada a su acreedor. Según el derecho romano arcaico quien tenía una deuda y no podía pagarla, era entregado como esclavo. Pagaba con su persona. Se volvía propiedad del otro. Ya no era dueño de si mismo.
Eso es la adicción. Dejar de ser dueño de uno mismo. Depender; ya sea de una actividad, sustancia, cosa o persona. No ser capaz de funcionar si no es aferrados a ese algo fuera de nosotros que lleva el control de nuestra vida, de nuestra voluntad y de nuestro poder de decisión.
Pensamos en seguida en las drogas. En el tabaco. En el alcohol. También, y en una segunda oleada de imágenes, pensamos en las apuestas, en el sexo, en los medicamentos. Y ya vamos dejando más relegada -y no precisamente por casualidad- la idea de la adicción al móvil, a los videojuegos, a la televisión, a las redes sociales, a la comida, al azúcar. Al trabajo, al dinero, al consumo. A las personas, a las relaciones tóxicas.
Esos grupos de imágenes relacionadas con las adicciones no vienen en ráfagas al azar. Las que vienen en último lugar, e incluso las que no vienen, tienen un significado y un por qué. Son las que más se nos resisten, las que más tememos, las que no queremos ver porque tal vez revistan un riesgo mayor en nuestro entorno más cercano y nos cueste ver las señales o temamos no estar preparados para afrontarlas.
Tal vez miramos el problema como algo que nos queda lejos, que por suerte hemos evitado, que no nos afecta ni nos atañe. No bebemos. No fumamos. No consumimos drogas. No pisamos jamás una casa de apuestas. No nos automedicamos. No comemos compulsivamente. Y casi no tenemos tiempo de ver televisión ¿no?
Bien. Las conductas adictivas no siempre están ahí. Con esos rótulos. En esos lugares. Ni tienen esos nombres ¿Sabemos exactamente cuántas horas pasan nuestros hijos con el móvil, la tablet, el ordenador o frente al televisor? ¿Sabemos exactamente qué ven, qué hacen, a qué juegan y con quién? ¿y qué y cuánto comen o beben antes, durante y después de esa indefinida e imprecisa cantidad de horas que pasan frente a la pantalla?
No hace falta que respondamos estas preguntas ante nadie. Pero sí es muy importante que nos hagamos estas preguntas a nosotros mismos ¿cuántas horas trabajamos al día? ¿cuántas horas vemos de televisión o estamos pendientes del móvil y de las redes sociales? ¿cuántas cosas de las que compramos, consumimos, hacemos, bebemos, comemos, pensamos, decidimos al día son realmente necesarias, saludables, útiles, éticas, sostenibles? ¿cuántas decidimos libremente? ¿cuántas tienen verdadero sentido?
Es importante tomar conciencia de una cosa. Cómo afecta a nuestro cerebro y cómo se establece la conducta adictiva. Porque esa es la base de todo. Si en nuestros hijos se establece el patrón, da igual lo inofensivo que nos parezca eso a lo que dedican más tiempo del que deberían. Si les cuesta desenganchar. Si se ponen agresivos. Si se esconden o buscan la manera o mienten o le restan ansiosamente importancia. Si olvidan hacer otras cosas. Si dejan una cosa y van a por la otra. Si les cuesta poner ganas y atención en todo lo demás. Tal vez estemos tranquilos porque todavía son pequeños, porque están en casa, porque nos cuentan las cosas, porque nosotros somos personas sanas, porque les damos amor, porque los escuchamos, porque no somos indiferentes. Tal vez no estemos alarmados, pero en nuestros hijos pueda estar desarrollándose una conducta adictiva que hoy cubren con el móvil, la tablet, el ordenador y la tele, y mañana reemplacen por cualquier otra cosa. Porque lo peligroso no es a qué, lo peligroso es la conducta en sí misma. Es el funcionamiento y la estructura de la adicción. Es cómo eso, muy fiel a su etimología, se adueña de la persona y le impide llevar el control sobre su vida.
En el cerebro, el sistema límbico -en gran parte responsable de nuestras emociones- aloja los centros de castigo y recompensa. Los centros de recompensa responden a estímulos naturales y nos causan placer. El placer que nos produce la comida y el sexo es el encargado de preservar nuestra especie. Pero cuando nuestro centro de recompensa es abordado por un estímulo artificial muy fuerte, produce un placer tanto más intenso que el que generan las sustancias y actividades normales y cotidianas que no solo les deja rezagadas para siempre, sino que pide ser activado a ese mismo nivel. De alguna manera nos modifica los baremos. Corre el cero de lugar. Y no solo necesitamos más para llegar al mismo placer, sino que por debajo de cero lo pasamos mal. Y cada vez necesitamos más para sentirnos en cero. Y mucho más para volver a sentir placer. Y ese corrimiento del cero no se produce una vez, es perpetuo y cada vez más acelerado mientras no se consigue salir del patrón.
La adicción es peligrosa siempre, esté activada por la sustancia o actividad que sea. No ser conscientes de los rasgos propios de una conducta adictiva para poder evitarla, o detectarla si se ha iniciado y tratarla, en los niños es más peligroso todavía. La sobre excitabilidad e hipersensibilidad asociadas a las altas capacidades, la propia estructura compleja y arborescente del pensamiento, la mayor propensión a la autoexigencia, a la introspección; el aislamiento, la incomprensión, la soledad, la ansiedad, la depresión que pueden sufrir las personas con altas capacidades si no consiguen confiar en sí mismas, sentirse comprendidas y explorar y desplegar su potencial pueden ser un riesgoso caldo de cultivo para el desarrollo de conductas adictivas.
En el artículo “Gifted, Talented, Addicted” de Douglas Eby se enfoca la relación entre altas capacidades y adicción como un intento de apagar la hipersensibilidad, atenuar la sobreexcitabilidad, refugiarse, evadirse, aislarse de un entorno percibido como ajeno, hostil, incómodo, extraño e inabordable. Cita el artículo “Una descripción bioantropológica de la adicción”, de Doris y David Jonas donde se analiza que “un sistema nervioso tan exquisitamente desarrollado y capaz de percibir los cambios más ínfimos en las señales ambientales se ve claramente superado y llevado a la disforia1 cuando su portador debe sobrevivir entre los estímulos exponencialmente aumentados y permanentes de su entorno…Los individuos más sensibles corren un mayor riesgo de intentar aliviar su incomodidad alterando sus percepciones con sustancias depresoras”.
1 disforia: estado de insatisfacción generalizada que puede derivar en síntomas ansiosos, maníacos o depresivos.
Dentro del mismo artículo también se cita el trabajo de Stephanie Tolan, autora de ficción y oradora sobre superdotación, quien afirma que “Al no entender la fuente de su frustración o las formas de aliviarla, las personas superdotadas pueden optar por mitigar su dolor mediante el uso de alcohol, drogas, alimentos u otras sustancias, o caer en comportamientos adictivos. O simplemente acurrucarse y vivir sus vidas en modo supervivencia.”
Por todo esto, es muy importante hacernos las preguntas, respondérnoslas con total sinceridad y sin miedo. Repasar en nuestra cabeza cuáles fueron las imágenes que nos vinieron a la mente al leer la palabra adicción. Revisar cuáles son las que vimos en último lugar. Y no para preocuparnos, sino para ocuparnos. Ocuparnos en educar, en informar, en observar, en prevenir, en tratar, en actuar de la manera que sea necesaria.
Algunos artículos y material bibliográfico y audiovisual que sirven como recurso para informarnos y prevenir.
El diario amarillo de Carlota · Gemma Lienas
Los diarios de Carlota son novelas de ficción orientadas a jóvenes que abordan temas como el feminismo, la sexualidad, la violencia y la inmigración, entre otros. En el diario amarillo Carlota recopila información sobre las adicciones y las drogas. Es una lectura que recomendamos ya que aborda temas y cuestiones como: los tipos de drogas que existen, qué efectos producen, por qué son peligrosas las adicciones, qué es el síndrome de abstinencia; con una claridad, apertura y naturalidad que muchas veces cuesta poner sobre la mesa y es necesaria para educar y concientizar.
El cigarrillo electrónico: Los adolescentes no perciben el riesgo
https://elpais.com/sociedad/2018/09/13/actualidad/1536864235_208942.html
Lo an Behold: Ensueños de un mundo conectado · Werner Herzog
En este documental, el cineasta presenta la historia de Internet desde sus orígenes en 1969 y sopesa los aspectos positivos y negativos de su influencia en la sociedad.
Los gurús digitales crían a sus hijos sin pantallas
https://elpais.com/sociedad/2019/03/20/actualidad/1553105010_527764.html
Ventajas y riesgos de educar en la era digital (analizando los indicadores de un uso tóxico o adictivo de la tecnología y sugerencias de prevención según la Asociación Americana de Psiquiatría)
Artículo citado sobre superdotación y adicción (en inglés)
Gifted, Talented, Addicted · Douglas Eby
http://talentdevelop.com/articles/GTA.html
Más articulos sobre altas capacidades en nuestro blog.
Imagen extraída de la publicación National Geographic · Science of Addiction