Acostumbrados a vídeos 360 de deportes extremos, ataques zombies y montañas rusas de parque de atracciones, pareciera que las experiencias VR hubieran nacido para llevarnos al límite, hacernos segregar adrenalina y animarnos a todo mientras estamos tan cómodamente sentados en el sofá de casa y con el móvil calzado en las gafas de realidad virtual.

Todo esto es cierto, no podemos negarlo, pero también nos descubre que, más allá de entretenernos, la realidad virtual puede ser de gran utilidad para conseguir bienestar emocional y para el tratamiento de fobias, trastornos de ansiedad, estrés y depresión, entre otros.

Las experiencias VR generan una reacción química, física y emocional en nuestra psiquis exactamente igual a la que se produce ante el estímulo real. Nuestro cerebro está realmente viviendo esa situación y esto se traduce en que emerjan todos los sentimientos, emociones y síntomas asociados. Allí radica su enorme éxito y potencial, en que nos hace disfrutar de situaciones que no tendríamos posibilidad, tiempo, dinero o coraje para vivir, de una manera muy accesible, sencilla e increíblemente real. Estas mismas características, que hacen que los vídeos 360 estén arrasando en los medios, los transforman en una potente y eficaz herramienta para sanar nuestras emociones y tratar múltiples trastornos psicológicos. Una de las teorías y metodologías que utilizan con más éxito las terapias cognitivo-conductuales (TCC) para el tratamiento de miedos, fobias y trastornos de ansiedad se basa en exponer al paciente a la fuente del malestar. El hecho de enfrentar el problema en un entorno controlado, seguro y en compañía de un profesional, además de ofrecer la posibilidad de realizarlo en consulta pudiendo hacer una exposición progresiva en duración e intensidad, parece estar dando resultados asombrosos y muy efectivos.

Entre las fobias más comunes podemos encontrar el miedo a las alturas, a los lugares cerrados, a la oscuridad, a hablar en público, a las arañas u otros animales, a volar o a estar en espacios donde haya mucha gente. Exponerse a las fuentes del miedo a través de la realidad virtual es mucho más fácil y accesible, y permite tanto al paciente como al terapeuta tratar el problema de manera segura, controlada, paulatina y progresiva, sin la necesidad de vivir realmente la situación, que la mayoría de las veces será costosa, difícil e incluso mucho más traumática, sino a través de una recreación virtual que nos permita experimentar exactamente las mismas sensaciones físicas, psíquicas y emocionales, pero con la posibilidad de salir de ella inmediatamente con solo quitarnos las gafas y volver al entorno seguro de la consulta y la compañía de nuestro terapeuta. Así podemos volar en avión, enfrentarnos a un concurrido auditorio, subir a un ascensor o salir a la terraza de un rascacielos y recibir al mismo tiempo la ayuda y el tratamiento adecuados para vencer nuestros miedos.

“Aprendí que la valentía no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre el miedo. El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquel capaz de conquistarlo.” Nelson Mandela

Otras utilidades enfocadas al bienestar y la salud emocional que pueden ofrecernos las experiencias VR son las orientadas a vencer el estrés, la depresión y el aislamiento. Consisten en experimentar el contacto con la naturaleza, con un paisaje relajante y tranquilo, que puede acompañarse de estímulos no solo visuales y auditivos, sino también táctiles y olfativos, en busca de una vivencia más íntegra y gratificante. Tan efectivas son estas aplicaciones para personas que no pueden salir de sus casas o que llevan internaciones muy prolongadas, para pacientes con depresión, para trabajadores destinados a parajes remotos y solitarios o personas sometidas a mucho estrés. Se puede vivir un atardecer en la playa, adentrarse en el bosque, o sentarse en la hierba a contemplar las montañas, sentir el viento en la cara, el olor del mar o los pinos, oír el canto de los pájaros, el sonido de la hierba al mecerse y experimentar todo el bienestar psíquico y emocional asociado a estas experiencias de una manera accesible y no por eso menos vívida y palpable.

Aunque denominemos este nuevo medio audiovisual como generador de experiencias de realidad virtual, para el cuerpo y la mente la situación, y nuestras reacciones y vivencias, es completamente real. Deberíamos dejar de asociar el vídeo 360 con la “realidad virtual” y quedarnos con la experiencia “real”, a secas, y con todas las ventajas que eso conlleva; las posibilidades y las aplicaciones que nos permite explorar y que prometen mucho más que ocio, adrenalina y entretenimiento, ya que pueden ayudarnos a conseguir el equilibrio y el bienestar psíquico y emocional.

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