Lo primero que me viene a la mente cuando pienso en Zaha Hadid es su rostro. Casi como la imagen mental asociada al signo lingüístico cuando pienso: Salvador Dalí. Aunque en ambos casos, detrás de esa primera impresión fotográfica, hay una obra colosal de una poderosa fuerza expresiva, los personajes mismos son parte de la obra. Zaha Hadid es una expresión ideológica y arquitectónica en sí misma.

Nació en Bagdad, Irak, en 1950 y se graduó en matemáticas en el Líbano. Con 20 años emigró al Reino Unido a estudiar arquitectura y acabó en el estudio de Rem Koolhaas. Con 30 años ya había establecido su propia oficina en Londres y 24 años después recibía el mayor galardón al que puede aspirar un arquitecto: el premio Pritzker, que nunca antes había sido otorgado a una mujer.
Cuando se le pide a alguno de los más de 350 arquitectos que trabajan para ella que defina en una palabra la experiencia de formar parte de Zaha Hadid Architects, ellos dicen: creatividad, dinamismo, visión, singularidad, libertad, energía, ambición.

De repente la arquitectura y la filosofía detrás de la obra de Zaha me han hecho pensar en una cinta de Moebius, en la que el proceso de diseño se encuentra en algún lugar de una banda continua que se curva y fluye, y se compone de diminutas partes que materializan un todo perfecto y sin límites. Dentro de esa cinta están sus diseños, en todas las escalas. Intervenciones urbanas, edificios, espacios interiores, muebles, productos de diseño industrial y accesorios de moda. La arquitectura y el urbanismo se encontrarían en la cara interior de la cinta; su dialogo con el ser humano es inmersivo, el usuario se encuentra dentro del objeto-espacio. En el diseño de productos, el usuario está fuera del objeto, y en el diseño del moda y accesorios, el objeto pasa a ser parte del usuario, alojándose en el imperceptible borde entre el adentro y el afuera de esa envolvente del infinito.

Nunca me identifiqué con la teoría de los estilos, ni con colocar etiquetas a las personas o a sus obras. Prefiero preguntarme por qué piensan lo que piensan y hacen lo que hacen; y en todo caso por qué se les encasilla en una determinada teoría o movimiento. Sí creo que podemos encontrar muchos territorios en que los diseños de Zaha Hadid deconstruyen la realidad y lo establecido y van más allá de los límites. Operan en el origen de la forma y devuelven algo pensado desde otro lugar. Zaha comenta la influencia que ha recibido de la obra del suprematismo ruso y cómo el camino hacia la abstracción ha alimentado profundamente su creatividad. Cuando partimos de la nada, el universo se vuelve infinito, las posibilidades se multiplican y no existen límites formales, espaciales, ni funcionales.

La obra de Zaha Hadid se alimenta, expresa, y a la vez genera y define la realidad en todo su dinamismo y complejidad. La innovación y los desafíos morfológicos y técnicos son casi una obsesión en su manera de trabajar. Ha redefinido la manera de pensar, diseñar y materializar desde un zapato, hasta un tablero de ajedrez, una exposición itinerante, un edificio, una ciudad entera.

El equipo de Zaha Hadid utiliza las últimas herramientas de software y experimentación técnica en procesos constructivos y uso y aplicación de materiales. Sus diseños no serían posibles sin las herramientas de modelado 3D y predicción de comportamiento estructural y morfológico. La construcción eficiente de las obras y la concreción de las superficies no serían materializables sin el uso de herramientas BIM (Building Information Modelling). Las técnicas de representación y herramientas de diseño, los procesos constructivos y la tecnología asociada a la fabricación y uso de materiales han dejado de ser un condicionante y una limitación, y se han convertido en aliados y protagonistas de la expresión arquitectónica.

Hacer arquitectura es crear un objeto inerte que a su vez debe funcionar como un organismo vivo; nutrirse del pasado, expresar el presente y ser capaz de sobrevivir al futuro. La naturaleza es intrínsecamente sostenible, bella y perfecta a la vez que funcional y autosuficiente. Para comprender e imitar la coherencia y reproducción paramétrica presente en la naturaleza el hombre ha tenido que nombrar, aprender, explorar y desarrollar herramientas complejas. Emular a la naturaleza, su estructura microscópica, la matemática y la física detrás de la forma, el comportamiento dinámico, la sostenibilidad y su compleja vitalidad, es lo que exhalan las obras de Zaha Hadid.

Zaha Hadid se mueve incesante dentro de la cinta de Moebius que ella misma ha creado, y la reconstruye cada vez, y la materializa a medida que avanza, siempre ella, siempre diferente.