Las imágenes de la semana de El País.
Una instantánea de la realidad toda derramada en paralelo.
Una niña siria se recupera tras ser herida durante un bombardeo y un grupo de estudiantes camina frente a la erupción de un volcán en Indonesia. Mientras tanto, la reina Letizia inaugura la Feria Internacional de Arte Contemporáneo, vestida de rojo del collar a los tacones (no me atrevo a escribir de la cabeza a los pies).
Una leona prefiere cerrar los ojos en un zoo de San Salvador y un ingenuo y desinformado brote crece en el suelo agrietado por la sequía en Ciudad del Cabo.
Una ausente, ajena, tímida, objetualizada modelo asiste a la Fashion Week de Londres y mira sin dolor alguno la barcaza en el Mediterráneo que transformará en refugiados a las personas que puedan rescatar los voluntarios, ésas a las que no termine digiriendo el mar después de haber sido previamente devoradas por el sistema.
Galeristas sujetan una obra de Pablo Picasso valorada en 50 millones de dólares, insuficientes billetes para financiar toda la ayuda humanitaria necesaria de voluntarios y civiles buscando supervivientes entre los escombros tras los bombardeos en Duma.
Las incorruptibles y tozudas tortugas marinas vuelven al mar tras depositar una vez más sus huevos en la playa de Rushikulya en India, una mujer se traga en silenciosa protesta su ira contra la práctica musulmana de la «tripe talaq», Donald Trump sube a bordo del Air Force One y el tranvía pasa frente a un cartel electoral de Putin mientras un hombre sirio corre con su niño en brazos entre los escombros tras el bombardeo.
Y Karen Chen patina sobre el hielo en los Juegos Olímpicos de Invierno y Niza se viste de Carnaval y un niño afgano vuela una cometa en lo alto de una colina en Kabul mientras la guardia de honor espera la llegada de Temer en Brasilia y Mercedez Benz presenta su nuevo Fórmula 1 en Silverstone y vámonos un fin de semana a París, amor mío. Y hagámonos una foto en la Torre Eiffel y la subimos a Facebook, así todo el mundo se entera de lo felices y afortunados que somos a pesar de todo.
¿Cuándo nos extinguiremos al fin y dejaremos de escribir esta frenética, ridícula, absurda, obscena, destructiva, perversa y egoísta historia del mundo? ¿Cuándo dejaremos de sacarnos en silencio los ojos, y de guardar las formas, y de amoldarnos y de callar, y de seguir prostituyéndonos por el dinero mientras hacemos un máster online para aprender a poner en práctica los 20 tips del gurú de la felicidad para encender la fuente de la energía positiva y fingir admirablemente que tenemos una vida maravillosa?