Nick Hufton y Allan Crow han conseguido un lugar privilegiado entre los fotógrafos de arquitectura. No hubieran soñado, durante su juventud en Macclesfield, al norte de Inglaterra, ni durante los años en que trabajaron como ayudantes para el fotógrafo Chris Gascoigne, que acabarían en 2003 montando su propio estudio en Londres y viajando por el mundo a fotografiar las obras de los despachos de grandes arquitectos como Zaha Hadid, Herzog & de Meuron, Frank Gehry, Renzo Piano, OMA y Foster + Partners, entre otros.

En 2014 ganaron el premio al Fotógrafo del Año, otorgado por Arcaid Images, con su fotografía del interior del Centro Heydar Aliyev de Zaha Hadid en Azerbaijan, antigua región de la disuelta Unión Soviética.

Allan Crow tiene una formación en Diseño y Arquitectura del Paisaje, y Nick Hufton en fotografía. Aunque confiesan trabajar cada uno por su cuenta, hacer sus propias tomas y trabajo de retoque y postproducción, describen como una parte fundamental de su labor, el momento en que cada uno expone su trabajo terminado al otro. Es en este momento en que se complementan y se aportan mutuamente una mirada ajena, sugerente y enriquecedora.

Nutridos de un entorno profesional en que los fotógrafos de arquitectura seguían aferrados al gran formato y a los equipos analógicos, Hufton y Crow se dejaron llevar por su intuición y migraron al mundo digital. Eso les otorgó una enorme libertad y flexibilidad que se ve claramente reflejada en su producción. La fotografía digital permite transmitir la espontaneidad del momento, capturar muchos más instantes en menos tiempo, componer varias tomas para conseguir una imagen del formato y tamaño que se desee o se necesite según el proyecto y las necesidades del cliente. Capturar en un mismo encuadre distintos momentos, interacciones humanas, y condiciones de luz permite conseguir una situación de inusitada expresividad, una imagen que cuenta una historia, algo impensable sin la posibilidad que el formato digital ofrece al fotógrafo al hacerlo dueño de la luz y del tiempo.

Así como se animaron a sumergirse en el mundo digital cuando todos lo rechazaban, y ampliaron el espectro de lo posible, dejando que la cámara ofreciera mucho más de lo que el ojo ve, y expresara un espacio arquitectónico como nunca podríamos vivenciarlo en directo, posiblemente disfrutemos en breve de sus últimos trabajos experimentando con drones, y explorando nuevos puntos de vista más allá de los límites espaciales a los que un fotógrafo, incluso el más audaz y creativo, podría llegar.