La palabra bullying no está en la RAE. No sale en el diccionario. Es un anglicismo. Y no es algo menor que el español haya tenido que importar una palabra para nombrar una cosa, y después buscar una manera más apropiada de llamarle y traducirla como acoso escolar. Porque cuando no hay palabras, difícil es visibilizar los problemas. Muchas veces nombrar las cosas es el primer paso para ver y posteriormente afrontar y solucionar.

Si intentamos una traducción literal de bullying sería algo así como torear. Porque bull es toro, y la verdad es que la palabra torear nos devuelve una imagen muy nítida y certera de la situación.

Cuando éramos niños. Cuando íbamos a la escuela. Cuando estábamos creciendo, intentando hacernos un lugar en el mundo y en la sociedad, no solo no estaba en el diccionario, sino que no existía la palabra bullying ni el acoso escolar. Había que sobrevivir y aceptar. Había que aguantar. Porque ese problema no existía. No tenía nombre. Había que volver llorando a casa y sentir que algo deberíamos haber hecho para que nos trataran así. Se podía tener la suerte de que al menos un profesor nos quisiera un poco por ser buenos alumnos, por ser responsables y aplicados. Pero tal vez no. Tal vez ni al docente le gustara tener en clase un alumno que hiciera tantas preguntas o que pareciera tan entusiasmado o que terminara siempre demasiado pronto la tarea. Mucho menos si ese alumno se ponía a hablar y a hacer bromas y a tirar tizas porque se aburría en extremo.

Cuando éramos niños. Cuando íbamos a la escuela. No solo no había una palabra para nombrar el acoso, para visibilizar el bullying. Había personas que tampoco tenían nombre. Eran la gorda, el marica, la ciega, el traga, la fea, el negro, la puta, el chino, la flaca, el miope, la enana, el rengo, la mosquita muerta, el bizco, la retrasada. Y lo normalizábamos. Aguantábamos. Solo deseábamos que el nuestro no fuera el peor de todos.

No está nada mal que hayamos importado un anglicismo para llamar al fin a las cosas por su nombre. No está mal que ahora podamos ver y a partir de ahí empezar a hacer algo. Y darles herramientas a nuestros niños y jóvenes para que tengan suficiente confianza en si mismos, suficiente voz, suficiente autoestima, asertividad, habilidades sociales y gestión emocional como para mirar al acosador y hacerle frente; ya sea denunciando, hablando, neutralizando o ignorándolo completamente.

No está nada mal que hayamos tenido que tomar prestada una palabra extranjera para poder ponerle nombre a las cosas. Porque cuando las cosas se nombran es cuando se les da forma, sustancia, entidad; y es solo a partir de ahí que realmente se pueden solucionar.

Pero, así como en el toreo, tal vez para solucionar el problema tengamos que ir más atrás y más adentro y preguntarnos también qué está experimentando el niño que acosa para reproducir esa violencia. Qué está viviendo a escala individual, familiar y social. Porque, no nos olvidemos, el toro tampoco es el verdugo en la arena.

Artículos y resultados de los primeros estudios realizados por Javier Tourón en torno al acoso escolar en niños y jóvenes con altas capacidades intelectuales.

https://www.javiertouron.es/etiqueta/bullying/

https://www.javiertouron.es/acoso-cyberacoso-los-mas-capaces-primeros-resultados/

Artículo del blog de Altas Capacidades y Talentos sobre acoso escolar y cómo evitarlo.

http://www.altascapacidadesytalentos.com/evitar-el-bullying/

Artículo de Carmen Sanz Chacón en El mundo del superdotado para detectar las señales del acoso escolar.

https://www.elmundodelsuperdotado.com/superdotados-acoso-escolar/

Artículo sobre acoso escolar del blog 20minutos. Los niños con altas capacidades, invisibilizados otra vez.

https://blogs.20minutos.es/madrereciente/2019/05/02/el-23-de-los-casos-de-acoso-social-en-los-colegios-es-a-ninos-con-tea-discapacidad-deficit-intelectual-o-de-atencion/