Ojalá no hiciera falta que sea 8 de marzo.
Ojalá no hiciera falta la huelga.
Ojalá no hiciera falta una crisis existencial, ni una depresión, ni una enfermedad, ni ninguna hazaña para que las mujeres oyéramos nuestra voz, nos sintiéramos fuertes y nos atreviéramos a ser quienes de verdad somos, y no quienes nos han hecho creer que debíamos ser.

«Esta es la historia de una mujer.
Una mujer en el umbral de una puerta.
Es la historia de su vida.
Su vida compuesta por una secuencia lineal de minutos en los que nunca tiene la certeza de la distancia que la separa del umbral. Cuando llega ya es demasiado tarde para haberse preparado. Cuando llega suelta los roles. Uno a uno los deja en el suelo, agotada de cargar con su peso. Suelta a la madre, a la esposa, a la hermana, a la hija, a la trabajadora, a la vecina, a la desconocida. Y se queda con lo que ella es en realidad. Inmóvil. Sin saber cómo dar un paso y atravesar el vano, y existir del otro lado. Del otro lado donde podrá ser lo que le queda de sí. Lo que de verdad es. Lo que es esa mujer una vez que ya no necesita satisfacer más a nadie. Esa mujer a la que oye gritar y le cierra la puerta. A la que ignora cuando llora. A la que lleva irremediablemente consigo a todas partes. A la que administra cada mañana su dosis diaria de anestesia.
Cuando aparece en el umbral de la puerta no tiene verdadera conciencia de cómo llegó ahí. Pero no cabe duda de que la otra es la responsable. La que está detrás de esa concatenación de supuestas casualidades que hicieron que ocurriera otra vez.
Lo que de verdad teme es un día no poder volver a levantar los roles del suelo y volverlos a cargar y darse la vuelta y meterse otra vez para adentro como siempre. Lo que está empezando a sentir es el miedo a que la otra se adueñe de su ser y le impida discernir. Y ya no sepa si se dio la vuelta o no. Y ya no pueda decidir si tiene que entrar o salir. Y haga el ademán ciego de cargar con el lastre otra vez y los roles ya no estén en el suelo.
Tiene miedo. Miedo porque sabe que la otra es una mujer fuerte. Es visceral, egocéntrica, obstinada, soberbia. Es una mujer sensible, inestable, orgullosa, desmesurada, intensa. Tiene miedo porque la conoce muy bien y sabe que es una mujer inteligente y decidida. Y si consigue que atraviese el umbral de la puerta es muy probable que ya no sea capaz de recuperar el control.»